Rabia. Lo digo y nada.
Rabia de hojalata:
la palabra no merece
tu descarga.
Había una vez una casa
que ni un meteorito destruía.
La llamaban resistencia,
¿existirá todavía?
Maldita desgraciada,
¿te crees poderosa encima?
Coqueteas con lo efímero
y amedrantas mi saliva.
Rabia,
a este papel te exilio.
Así podemos hablarnos
sin tener que acabar a gritos.
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